Strauss nació el 11 de junio de 1864, en Múnich, en una familia de la alta nobleza de Baviera dedicada a la industria cervecera. Fue hijo de Franz Strauss, intérprete solista de trompa en la Ópera de la Corte de Múnich, y muchos miembros de su familia eran músicos, por lo que recibió una educación musical completa ya en su juventud. Comenzó a estudiar piano a los 4 años con su madre, y violín a los 7 con su tío. Escribió su primera composición a la edad de seis años, y continuó escribiendo música durante ochenta años, casi hasta su muerte.
Los terribles acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial afectaron a Strauss, viejo y cansado. Sus últimas obras recuperan una intensidad emocional ausente en muchas obras anteriores,2 incluyendo, entre otras, el Concierto para trompa número 2, Metamorfosis, el Concierto para oboe y sus magistrales e inquietantes Cuatro últimas canciones, compuestas poco antes de su muerte.
Richard Strauss murió a la edad de 85 años el 8 de septiembre de 1949 en Garmisch. Su mujer, Pauline, murió ocho meses después, a los 88 años. Durante su vida, Strauss fue considerado uno de los más grandes compositores de su época, y su música tuvo una profunda influencia en el desarrollo de la música del siglo XX. Strauss declaró con una humildad rara en él: “Quizás no sea un compositor de primera categoría, pero sí un compositor de segunda categoría de primer nivel”. El pianista canadiense Glenn Gould describió en 1962 a Strauss como «la figura musical más grande que ha vivido en este siglo» (Kennedy, 2006, p. 34). Su inmensa e importantísima aportación a los géneros de la ópera, la música sinfónica y la canción continúa hoy más vigente que nunca.
«Cuando Schoenberg mostró la partitura de las cinco piezas para orquesta Op. 16 a Mahler éste respondió humorística e irónicamente: “No entiendo su música, pero es joven y puede que tenga razón”. Sin embargo, Richard Strauss, menos dado a ese tipo de actitudes y más directo y sincero, en una carta a la viuda de Mahler decía “La única persona que puede ayudar al pobre Schoenberg ahora es un psiquiatra [...] Creo que sería mejor que apaleara nieve en vez de garabatear sobre papel pautado”» [Agustín Barahona]
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